Páginas

25 oct 2014

Los vaivenes del local del Museo Nacional del Perú



Carlos Luis Paredes Hernández
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
cparedes255@gmail.com

            Abstract:
Hace unos meses se dio el anuncio de la construcción del Museo Nacional del Perú, pero hay que tener en cuenta que este tan anhelado museo ya había sido fundado en 1822 y lo que estaría a previsto para 2016 sería la construcción de un local específicamente para su función. Un local que sería construido casi dos siglos después de su fundación. Aquí haremos un recorrido por los vaivenes que tuvo el Museo Nacional, por los locales en los que se asentó y en los problemas que tuvo desde su fundación.
            
            Palabras clave: 
            Museo Nacional; Museo Nacional de Historia; Museo de la Nación; museología

Hay que tener en cuenta algo, la idea de coleccionar o aglomerar en un solo lugar las riquezas de nuestro país para exhibirlos al público con fines educativos, o con fines propagandísticos, no tuvo ninguna acogida durante el periodo colonial. Durante el Virreinato del Perú no hubo ni un solo museo ni tampoco hubo algún interés de las autoridades por construir uno. Y aunque habían coleccionistas particulares, estos eran escasos personajes como el oidor Pedro Bravo de Lagunas o el obispo de Trujillo, Baltazar Martínez de Compañón, quienes mantenían colecciones privadas compuestas por antigüedades indígenas, productos naturales, piezas exóticas, obras de arte y libros antiguos, colecciones que no eran exhibidas más allá que para sus círculos cercanos. Pero hubo una ocasión en que estuvimos cerca de tener una exposición de nuestras riquezas, esto fue por una iniciativa del Rey de España, Carlos III[1], quien, mediante una Real Cedula expedida el 12 de junio de 1794 en Aranjuez, mando a que se juntasen grandes colecciones de minerales para exponer las riquezas de la América Española[2], pero se desconoce si esta iniciativa se llegó a realizar.

Al llegar la ola independentista al Perú, se dio la necesidad de que los peruanos adquiriéramos conciencia de nuestro pasado, y para esto era necesario crear un Museo Nacional para que se culturalizara a la población. Es así que en 1822, Torre Tagle expedirá el Decreto Supremo N°80 en el que se dan los primeros pasos para impedir que los bienes peruanos sean extraídos del territorio nacional y con este mismo decreto se da la fundación del Museo Nacional, la cual albergaría los bienes que estuvieran a punto de abandonar el país ilegalmente. Y aunque la independencia generó la necesidad de crear un Museo Nacional, debido a los problemas mismos de la guerra, se pospuso constantemente la creación de un local para albergarlo. En periódicos de la época se hace mención de exposiciones del Museo Nacional realizadas en una sala anexa a la Biblioteca Nacional y es con las gestiones de Mariano Eduardo de Rivero y Uztáriz que para 1826 se traslada al local del Tribunal de la Inquisición, esto es corroborado por Johann Jakob von Tschudi[3] quien además nos deja su testimonio acerca del Museo Nacional diciéndonos que este museo no era más que un lugar donde se juntaban curiosidades para que los aficionados los vean y que carecía de carácter científico.

En sus inicios, el Museo Nacional, era un lugar en el que se mezclaban arte precolombino y pinturas virreinales, además de tener una organización deplorable. Hacia 1829, se empiezan a recibir donaciones, pero a pesar de esto, el Estado comienza a abandonar su interés por el Museo Nacional. Es a partir de ahí, que empiezan los continuos cambios de local y administración, cual si se tratase de un conjunto de objetos viejos que incomodasen al Estado.

En 1836 se da un paso adelante en la organización del Museo Nacional cuando Luis José de Orbegoso expide el Decreto Supremo N°433, en 1836, en donde se menciona que el gobierno debe visitar el museo una vez cada 6 meses para evaluar su desempeño y estado, se especifica la creación de un horario de atención y se dan ciertas reglas para preservar los bienes culturales. Más tarde, Antonio Gutiérrez de la Fuente ordena que se traslade el museo a dos cuartos de la Biblioteca Nacional y se desocupe el Tribunal de la Inquisición, pues para él, el local de la Inquisición debía ser para mostrar “un objeto más análogo e interesante al público”[4]. Desde ahí hasta 1872, el Museo Nacional permanecía por momentos cerrado y por momentos abierto, rigiéndose completamente al vaivén político.

Para 1841 se llega a expedir el primer reglamento del  Museo Nacional donde se da la existencia del artículo 9 que prohíbe el ingreso de niños, personas con bastones u objetos peligrosos, y también a las personas que parezcan sospechosas, dando instrucciones para su detención encaso se incumpliese esta norma. Entre 1865 y 1870 el museo adquirió nuevos bienes producto de las donaciones de prefectos y gobernadores de provincias y la incorporación del Museo Raimondi, que luego fue asignado a la Facultad de Medicina de San Fernando. En 1872 se crea la Sociedad de Bellas Artes con el fin de velar por la administración y conservación del Palacio de la Exposición donde estaría ubicado el Museo Nacional.

En plena ocupación chilena de Lima, el museo es saqueado y los bienes que teníamos fueron trasladados al Museo de Historia Natural de Santiago de Chile, todos los bienes que se encontraban en el Palacio de la Exposición fueron sustraídos y solo sobrevivió la Estela Raimondi, la cual se encontraba semi-escondida en uno de los jardines del parque.

Algo paradójico es que entre 1880 y 1905 se formaron una gran variedad de museos a lo largo y ancho del mundo, enriquecidos con una serie de colecciones peruanas. Pero en el Perú, durante ese mismo periodo, se carecía de museo alguno donde resguardar nuestros tan preciados bienes que embellecían los museos del mundo.

En 1905 vuelve el interés estatal por el Museo Nacional, ante la necesidad de un ente regularizador y que administrara el museo, el Presidente José Pardo ve la necesidad de fundar el Instituto Histórico del Perú y el Museo de Historia Nacional, que tenían como función la de cultivar y promover el estudio de la historia nacional. Este museo fue inaugurado el 29 de Julio de 1906 en la planta alta del Palacio de la Exposición. Eugenio Larrabure y Unanue fue designado como Director del nuevo museo quien dio un emotivo discurso donde nos hizo un llamado de atención sobre los museos extranjeros que están llenos de bienes peruanos “¿…y nosotros los dueños delas inagotables fuentes que han producido esas reliquias históricas, que poseemos? ¡Nada!”.[5] Con aquella frase un tanto cruda pero que mostraba aquel intereses o mejor dicho desinterés que había tenido el Estado por el Museo Nacional es que se inicia una nueva etapa para nuestro museo.

Durante este periodo estuvo dividido en dos áreas administrativas.  El primero fue el Área de Arqueología y Tribus Salvajes y la segunda área correspondía a la Colonia y República. Estas dos áreas eran dirigidas respectivamente por Max Uhle y José Augusto de Izcue. En 1911, se le rescinde el contrato a Uhle quien, desgraciadamente tiene que abandonar la dirección del Área de Arqueología, lo cual genera un gran declive del museo que finalmente seria cerrado en 1913. Ante la salida de Max Uhle, la dirección del Área de Arqueología y Tribus Salvajes se encontraría a cargo de Emilio Gutiérrez de Quintanilla, quien inmediatamente se dedicó a criticar todo lo que había hecho Uhle.[6] Algo que por cierto, resulta natural en el medio peruano.

Durante esta época se hace evidente la falta de apoyo económico producto del escaso presupuesto que se tenía, por lo cual se decide tomar ciertas acciones. Se sabe que Gutiérrez propuso al gobierno la contratación de Josué A. Carbajal para que sea el huaquero del museo y se ahorre en la adquisición de nuevas piezas, también instauro el cobro de entrada al museo, que de paso servía para  evitar que “el ’vulgo torpe’ vea las cosas que no comprendía”.[7] Cuando Julio C. Tello escribe Presente y Futuro del Museo Nacional[8] nos da un adelanto de lo que en el futuro serian reglas indispensables de la museología. Considerado como el aporte más valioso para la museología peruana que contiene aportes extraordinarios para esta disciplina. A diferencia de Emilio Gutiérrez de Quintanilla, quien veía al museo como un lugar exclusivo para las élites, Tello veía al museo como un lugar creador de conciencia nacional, teniendo como público al pueblo en general. También hacia imperioso el de darle “vida” al museo y no tenerlo como un lugar de depósito de ‘cosas antiguas’[9] Lamentablemente las nociones de Tello sobre los museos no tuvieron acogida en los años posteriores.

Finalmente durante el gobierno de Belaunde, se realiza un concurso de proyectos arquitectónicos para construir un nuevo local para el Museo Nacional. La construcción del museo quedo congelado por al menos 10 años, cuando se decide formar un evaluación del proyecto que estaría a cargo de  Luis Guillermo Lumbreras. En octubre de 1978, Lumbreras entrega el informe al director del INC, Leslie Lee. En aquel informe se da una fuerte crítica al proyecto. En primer lugar arremete contra la ubicación del nuevo local que iba a estar edificado sobre un centro urbano pre-colombino en la esquina entre la Av. Riva-Agüero y Av. Venezuela, en donde el mayor problema sería la fuerte exposición de las piezas ante el polvo, humedad y salinidad del lugar, haciendo suponer que las piezas no estaría protegidas bajo ningún cristal o que se expondrían al aire libre como para que esos tres factores puedan afectarlo críticamente. También hace una crítica a las instalaciones internas del local, según él, existiría una escasez de accesos a zonas de aire libre y unos recorridos tan largos que el recorrido mínimo duraría cerca de 4 horas sin la posibilidad de tener un área abierta para el descanso. Así como también que no había un área predeterminada para los laboratorios y que el sótano solo tenía una puerta de salida.[10] La mayoría de estos, errores que podrían ser modificados fácilmente pero que en la realidad sirvieron como excusa para dar por terminado el sueño, algunos lo llaman utopía, de tener una sede para el Museo Nacional.

Posteriormente a través de un Decreto Supremo promulgado el 13 de Marzo de 1988, durante el primer gobierno de Alan García, el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia es trasladado al antiguo local del Ministerio de Pesquería, que hasta ese momento era ocupado por el Banco de la Nación, y aunque en sus inicios era un museo con exposiciones respetables, muy a pesar de sus limitaciones de no estar albergado en un edificio diseñado estrictamente para su funcionamiento, con el tiempo se fue descuidando hasta que finalmente termino siendo desactivadas sistemáticamente la mayor parte de las exposiciones que ahí se encontraban[11].

Ahora ya es un triste recuerdo de lo que alguna vez pudimos tener pero no supimos aprovechar esas oportunidades que se nos dio de poder realizarlo. Culpa en parte de nuestros políticos por no crearlos ni mantenerlos, culpa también nuestra por no valorar los pocos que tenemos.




[1] Esto es quizás a raíz de la moda que se estaba dando entre los reyes europeos, una moda que consistía en exhibir las riquezas de sus colonias e imperios.
[2] Roger Ravines. Los Museos del Perú: Breve historia y guía. Lima: Instituto Nacional de Cultura. 1989, pág. 16
[3] Roger Ravines, Los Museos del Perú: Breve historia y guía. Lima: Instituto Nacional de Cultura. 1989, pág. 31
[4] Luis Guillermo Lumbreras. “Tres fundaciones de un museo para el Perú.” En A. Castrillón, Museo peruano: Utopía y realidad. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. 1986, págs. 122-123
[5] Roger Ravines. Los Museos del Perú: Breve historia y guía. Lima: Instituto Nacional de Cultura. 1989, págs. 41-42
[6] Luis Guillermo Lumbreras. “Tres fundaciones de un museo para el Perú.” En A. Castrillón, Museo peruano: Utopía y realidad. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. 1986, págs. 124
[7] Luis Guillermo Lumbreras. “Tres fundaciones de un museo para el Perú.” En A. Castrillón, Museo peruano: Utopía y realidad. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. 1986, págs. 124-125
[8] Julio Cesar Tello. Presente y futuro del Museo Nacional. Lima: Museo Nacional de Antropología y Arqueología, 1913 
[9] Alfonso Castrillón. “Museos y patrimonio cultural”. En W. Alva, F. de Trazegnies, L. Lumbreras, & [et. al]. Patrimonio Cultural. Volumen 1. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, pág. 264
[10] Alfonso Castrillon. Museo Peruano. Utopía y realidad. Lima: Industrial Gráfica. 1986, págs. 60-61
[11] Para un mayor alcance acerca de los vaivenes del Museo de la Nación, revisar: Virgilio Freddy Cabanillas. “Museo de la Nación. Reclamo ciudadano”. En El espejo de Clío. 9 de Julio del 2009. Recuperado de <http://elespejodeclio.blogspot.com/2009/07/museo-de-la-nacion-reclamo-ciudadano.html> (25 de Octubre del 2014)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario