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29 jul 2014

Acllas y acllahuasis en el Tahuantinsuyo

                                                                                                   
Jair Adolfo Miranda Tamayo
Estudiate de Historia - UNMSM
jair.miranda1995@gmail.com
Resumen
Las acllas, “mujeres cautivas”, fueron mujeres escogidas por sus habilidades culinarias y textiles por parte del Estado incaico, siendo “enclaustradas” en los acllahuasis. Estos centros, además de ser un lugar de aprendizaje especializado, eran lugares de producción masiva de ropas, además de un gran almacén de mujeres, de las cuales el Inca podía disponer. En el presente artículo trataremos de entender la participación de estas mujeres en la economía incaica, tratando de conocerlas a fondo para conocer sus funciones, formas de vida, etc.
Palabras claves
Aclla, acllahuasi, mamaconas, textilería, mujer escogida.


  
Abstract
The Acllas, "captive women", women were chosen for their culinary skills and textiles from the Inca state, being "cloistered" in acllahuasis. These centers, in addition to being a place of learning specialist, were places of mass production of clothes, plus a large store of women, of which the Inca could have. In this article we will try to understand the involvement of these women in the Inca economy, trying to know them thoroughly to know their roles, lifestyles, etc. 
Keys
Aclla, acllahuasi, mamaconas, textiles, chosen woman.


Las acllacunas, o acllas castellanizado (Espinosa, 2011:212), eran mujeres escogidas por el Estado incaico por sus habilidades textiles y culinarias, recluidas dentro de un centro de aprendizaje especializado llamado acllahuasi, donde existía todo el equipo necesario de la época para la producción textil en masas, siendo esta su funciona principal, además de ser sacerdotisas de los dioses, y preparadoras de alimentos y bebidas durante los rituales y fiestas.
Según el diccionario de Gonzales Holguín (Vocabulario de la lengua general de todo el Perú llamada lengua qquichua o del inca):
“Acllacuna: las mujeres religiosas que estavan en recogimiento escogidas para el servicio de su Dios el Sol. Y agora se dirá, Diospa acllancuna (o Diospa acllantucuni, que significa hacerse religioso según Holguín) los religiosos o monjas que están escogidos por Dios para su servicio”.
El padre Fray Domingo de Santo Tomás no menciona la palabra aclla en su lexicón, pero informa que “acllani” significa “escoger o elegir algo” (Santo Tomás, 1951: 230, citado por Alberti, 1986:154). Comparando ambas fuentes, se puede entender a las acllas como escogidas, elegidas, siendo esta una situación que se argumentará más adelante.
Garcilaso (Comentarios Reales de los Incas, Libro IV, Capitulo II-III) llama a estas vírgenes del sol[1]monjas”. Lo mismo hace Guamán Poma (Nueva Corónica y Buen Gobierno, pág. 213). Cobo (Historia del Nuevo Mundo, Libro XII, Capítulo XXV, Pág. 234) describe al acllahuasi cercano al templo del sol como un “monasterio de mamaconas”. Rostworowski (1988:11) advierte que esta institución fue comparada por los españoles con los conventos cristianos, pero en realidad sus funciones estaban lejos de tales propósitos. Ello demuestra claramente como es que, durante el análisis de la realidad incaica, los españoles (o los que tuvieron educación occidental como Garcilaso) tuvieron preconceptos europeos, los cuales generan una descripción falsa de lo real.  Aun así, los cronistas nos dejan una valiosísima fuente para entender esta institución, solo debemos de tener cuidado en sus lecturas. Debemos tener en cuenta que los cronistas tenían un modelo de quehacer histórico romano, por lo que en muchos casos el acllahuasi es presentado como un monasterio, o con la institución romana de las “vestales”, tan bien analizado por Alberti[2].
Su verdadera finalidad era la de la producción textil en masas para el Estado incaico, como bien reconoce Murra (1987:118-119)[3]. Los cronistas resaltan, lo que seria su segunda función, su papel religioso como sacerdotisas, razón por la cual siempre los acllahuasis se encontraban cerca de templos al Sol o a la Luna[4]. Se puede considerar esta una “excusa” para la reclutación de las mujeres, ya que ser sacerdotisa genera prestigio tanto para la mujer como para los familiares de esta. Otra escusa del Estado incaico era la de que se escogían a las mujeres más bellas. De este modo alagaban la vanidad  de la preferida, lo que suponía un prestigio para ella, y la de sus progenitores, por imaginarse estos que tenían hijas lindas (Espinoza, 2011:213; Alberti, 1986:171), fomentándose el deseo de ser una aclla, y obviamente generando facilidad al momento de recluir mujeres por el Estado.
La producción textil para el Estado tenía una finalidad: mantener la economía de redistribución estatal. Es sabido de que entre los regalos más apreciados que podía dar el Inca era la coca, mujeres y ropas. Esta acción se generaba como una forma de compensar a los fieles, guerreros o personas cuya actividad generaron un bien al Estado inca. La dádiva a modo de redistribución fortalecía los lazos con las etnias conquistas o con los generales, ejerciéndose una situación estable entre ambas partes. Así, la economía incaica necesitaba para la redistribución cantidades muy grandes de ropas para mantener el equilibrio deseado, así como de coca[5] y de mujeres.
¿Cómo es que se regalaban mujeres a las personas cuyos servicios se querían compensar? Los acllahuasis también funcionaban como un almacén de mujeres, de donde el Inca podía disponer para regalar a modo de esposa a los curacas o personas cuyos servicios debían ser compensados. Además de ser dadas para compensar a los fieles, eran entregadas por el inca en “matrimonio” a algunos curacas para concertar determinadas uniones, con estos matrimonios establecían las alianzas políticas necesarias (Alberti, 1986:184). Pero en el acllahuasi, no todas las acllas podían ser usadas como obsequio, sino que también existían algunas que no podían ser tocadas y se quedaban de por vida en el recinto, aspecto que se retomará más adelante.
Otra función de la aclla es la de preparadora de alimentos[6] y bebidas[7] para las celebraciones o rituales, o de chicha como menciona Murra (1987:118), siendo esta una bebida muy preciada, especialmente la bebida hecha en base a maíz[8]. Dentro del acllahuasi también se le disciplinaba en dicha actividad[9]. Tal función preparadora de bebidas no solo es descrita en las crónicas, sino también puede ser observada en algunas iconografías, como en el quero MKSL 400 del Museo de Estatal de Etnografía de Varsovia analizado por Ziołkowski, donde se muestra la escena del “brindis con el Sol” y a un par de mujeres al fondo alrededor de un aríbalo, siendo estas las que parecen servir la bebida (Ramos, 2008:154-158).
Las acllas fueron entonces importantes en el mantenimiento del sistema redistributivo y de los mecanismos que permiten la ampliación del parentesco para la centro cuzqueño, razón por la cual se encuentra una relación entre la expansión incaica y la construcción de acllahuasis, lo que permite observar la constante preocupación del Cuzco por ampliar el número de las mismas por las razones ya mencionadas, como bien reconoce Hernán Astete (2012:229).
Según Espinoza (2011:2013), se reclutaban a las mujeres desde dos procedimientos: como tributo a que estaban constreñidas las etnias o nacionalidades que componían el Tahuantinsuyo, de las cuales se preferían a las féminas mejor dotadas y a las de familia noble (de los curacas, o incluso ñustas eran reclutadas); y por entrega o donación que hacían al Estado los propios padres, por lo común curacas o grandes jefes, incluso el mismo Inca. El encargado de seleccionar a las futuras acllas era el “Apupanaca”, que:
 “[…] era un juez o comisario nombrado por el  Inca, que solo entendía en este negocio de recoger niñas, guardarlas y enviarlas al Cuzco cuando estaban de edad […]; discurriendo por los pueblos de su jurisdicción, tenia potestad de señalar todas las que a él le pareciesen hermosas y de buena traza o disposición, desde ocho o nueve años para abajo […]” (Cobo, Historia del Nuevo Mundo, Libro XII, Capitulo XXXIV)
Según Poma (Nueva Corónica y Buen Gobierno pág. 181), es en el mes de Aya Marcay Quilla (noviembre) donde el Inca mandaba a “henchís (sic) mujeres en los depósitos que llama acllahuasi”.
La administración estatal procuraba reclutar a las féminas desde temprana edad para que dentro del acllahuasi se especialicen en las diferentes técnicas. Espinosa (2011:212) y Rostworowski (1988:11) mencionan que se levaba a las pequeñas de entre los entre 8 y 10 años aproximadamente. Pero tal afirmación entra en contradicción con las llamadas “doncellitas” de Guamán Poma en su Nueva Corónica y Buen Gobierno, durante la clasificación que este hace de las acllas:
Otra casa de doncellitas, Aclla, llamada uinachicoc aclla, que entraban de cuatro años; las muchachas a aprendían a trabajar, tejer, hilar y lo demás cosas que se les mandaba; que estas aprendices eran de diez años, entrando de cuatro años están en esta casa hasta diez años, aprendían el oficio de mujer”. (Nueva Corónica y Buen gobierno, pág. 214).
Cobo (Historia del Nuevo Mundo, Libro XII, Capitulo XXXIV) menciona que eran escogidas mujeres “desde ocho á nueve años para abajo”. Garcilaso (Comentarios Reales de los Incas, Libro IV, Capitulo I) diría “que “las escogían de ocho años abajo”. Es importante tener en cuenta que no existía una medición de las edades en años a lo europeo, tampoco existió una división rigurosa entre infancia, adolescencia, adultez, etc., clasificado en edades. Los grupos de edades[10] se reconocían en base a las apariencias físicas y al potencial para poder participar en el trabajo. En todo caso, el Estado reclutaba a las mujercitas según sus habilidades y condición física para trabajar en el acllahuasi, siendo en todas las personas diferentes el desarrollo físico. Algunas pudieron ser reclutadas desde los 6 u 8 años, o 13 u 14 años. No debió haber existido una edad exacta para levar, por lo que solo podemos dar aproximaciones. De todos modos, la reclutación era en mujercitas muy jóvenes e infantes, ya que también existía mayor probabilidad de que estas sean vírgenes[11].
Garcilaso menciona que un requisito indispensable para ser aclla era la de ser virgen, y en el caso del acllahuasi del Cusco, debían ser de linaje real para servir como vírgenes al templo del sol, razón por la que en este acllahuasi se debieron  encontrar gran cantidad de acllas ñustas.
“[…] y la razón de esto decían que como se sufría dar al Sol mujer corrupta, sino virgen, así tampoco era licito dársela bastarda, con mezcla de sangre ajena; porque, habiendo de tener hijos el Sol, como ellos imaginaban, no eran razón que fuerzan bastardos, mezclados de sangre divina y humana.” (Comentarios Reales de los Incas, Libro IV, Capitulo I)
Pero otra vez aparecen las contradicciones entre las versiones de los crónicas, siendo Guamán Poma, quien menciona que en “el castigo a las adulteras […] a la mujer [se le] sentencia a docientos azotes con soga de toclla y destierro al deposito de las monjas acllaconas, para que sirva toda su vida en aquella casa”. Por adulterio podemos entender la perdida de virginidad, y en base a ello parecería contradictorio que una mujer no virgen entre al acllahuasi. Además obsérvese que tal acto de destierro al depósito de las monjas acllaconas es mencionado como un castigo. En estas frases pueden nacer muchas controversias, una de las cuales es por ejemplo si existió o no prostitución en el incanato al modo europeo, ya que se tal concepción no existió sino de un modo muy diferente[12]. Pero tengamos en cuenta de que siempre se debe hacer una lectura crítica de los cronistas, y no confiar siempre en lo que dicen, tratando de comparar con otros testimonios. En todo caso, si tal afirmación es valida, se nota que mas importancia se le daba a la mano de obra textil para que trabaje para el Estado, que si eran o no vírgenes.
Estas mujeres pasaban casi toda su vida encerradas, enclaustradas, o “cautivas[13]”, “en perpetua clausura hasta acabar la vida, con guarda de perpetua virginidad; no tenían locutorio no torno ni otra parte alguna por donde pudiesen hablar ni ver hombre ni mujer” (Garcilaso, Comentarios Reales de los Incas, Libro IV Capitulo II). Pero la vida dentro de los acllahuasis era de comodidades y lujos[14], además de estar las mujeres en un constante trabajo especializado con instrumentos de última generación. La división del trabajo se nota claramente si se hace un análisis a los recintos textiles, existiendo compartimientos destinados a diferentes funciones, donde trabajaba una especialista, generándose un aumento increíble de la productividad. Es posible que existieran competencias entre acllahuasis en búsqueda de buenas recompensas por parte del Estado (Espinoza, 2011:218). Además, es de tener en cuenta que dicha institución era no autónoma,  dependía de Estado, quien otorgaba el ganado, alimentos y el mismo recinto donde vivían las acllas, personal de servicio como vigilancia a modo de mita[15], etc.
Al recinto no podían entrar hombres a ver a las mujeres. El estado de las acllas y mamaconas era conocido por el Inca, pero gracias a que este mandaba a la Coya:
“Esta clausura era tan grande que aun el propio Inca no quería gozar del privilegio que como Rey podría tener de las ver y hablar, por que nadie se atreviese a pedir semejante privilegio. Sola la Coya, que es la Reina, y sus hijas tenían licencia de entrar en la casa y hablar con las encerradas” (Garcilaso, Comentarios Reales de los Incas Libro IV Capitulo II).
Se nota aquí la autoridad de la Coya como “jefa de las mujeres”, ya que solo la Coya podía acercárseles. Este demuestra tal vez el papel importante que tenía esta sobre la organización del acllahuasi, pudiéndose deducir su importancia sobre todo el sistema de “esposas”, o sea, del mecanismo para perpetuar las alianzas generadas a partir de la entrega de mujeres (Hernán, 2012:229).
Si alguien rompía estas reglas, las sanciones eran muy severas:
“El que escalaba la casa ó el recogimiento de las Mamaconas, le mataban colgándolo así dentro de la misma casa donde hizo el delito; y su alguna de las Mamaconas lo metió dentro y pecó con él, se le daba la misma pena” (Cobo, Historia del Nuevo Mundo, Libro XII, Capitulo XXVI).
Espinoza (2010:351) menciona que esta institución no es incaica propiamente dicha, sino que ya estuvo desde tiempo de los puquinas, la supuesta etnia que migro al Cuzco luego de que los aymaras invadieran sus tierras, cercanas al lago Titicaca. Manco Cápac no se habría olvidado de adjudicar tierras a las “mamaconas”, y tal institución tiene mas relevancia con Lloque Yupanqui, si bien su autentica preeminencia se alcanzo con Pachacútec. Espinoza se apoya en Juan de Santa Cruz Pachacuti[16] y Guamán Poma al hacer este análisis. Según Murúa (Historia General del Perú, Capítulo XXVI), es durante el gobierno de Túpac Inca Yupanqui que se dio horden en las acllas”, siendo este el siguiente inca a Pachacútec.
Hablar de una clasificación exacta de las acllas dentro del acllahuasi que haya sido aceptada por el Estado cuzqueño es muy arriesgado, ya que cada cronista presenta su propia clasificación. La más difundida es de la Poma (Nueva Corónica y Buen Gobierno, Pág. 213-214) siendo la que mejor puede informarnos sobre los tipos de actividades en el acllahuasi, ya que su clasificación es la mas minuciosa, como bien reconoce Alberti (1987:154). Clasifica a las acllas en dos grandes grupos: “seis maneras de las vírgenes de los ídolos y seis maneras de las vírgenes comunes”.
Acllas de los ídolos: la clasificación siguiente esta en orden de importancia dentro de sus funciones sagradas. Todas se mantenían vírgenes perpetuas y vivían en el acllahuasi hasta la muerte, por lo que es posible que de aquí no se extraían mujeres para la redistribución. En este grupo se podían encontrar a las ñustas, hijas de curacas o de personajes de gran importancia.
-   Guayrur aqlla: Vírgenes del Sol y la Luna. De 20 años. Son las acllas más importantes con respecto al culto de los dioses.
-       Sumac aclla: Vírgenes de Uaracauri. De 30 años.
-       Uayror aclla sumac: Vírgenes de las huacas principales. De 25 años.
-       Sumac aclla catequin: Vírgenes de las huacas secundarias. De 35 años. Hilaban y tejían para las huacas.
-       Chaupi catiquin sumac aclla: Vírgenes de las huacas menores. De 40 años.
-       Pampa acllaconas: Vírgenes de huacas comunes. De 50 años. Tejían.
Acllas comunes: tenían distintas funciones laicas. Aquí se encontraban mujeres de distintos rangos sociales. Puede que de aquí se pudieran extraer a las mujeres para la redistribución estatal, a excepción de las mamaconas, que pasaban toda su vida enclaustradas. Si no eran regaladas, pasaban su vida en el acllahuasi.
-      Acllas de los incas: Eran las vírgenes más hermosas y servían a los incas en la preparación de alimentos, chicha, tejer sus ropas, etc. Estos no pecaban con ellas. De 25 años.
-       Aclla pampa ciruec: Eran las campesinas del acllahuasi. Trabajaban en las chacras del recinto y tejían. No menciona la edad.
-    Acllas cantoras y músicas: De buena voz y de edad de 12 años. Cantaban y tocaban para el Inca y la Coya, en ceremonias, e incluso tal vez para las mimas acllas.
-       Vinachicoc aclla: Pequeñas de 4 años que recién aprendían a tejer.
-     Mamaconas: de 50 años para arriba. Eran las maestras y enclaustradas hasta la muerte, “[…] las cuales enseñaban a estas niñas todas las obras y ejercicios mujeriles, como hilar y tejer lana de algodón, guisar de comer, hacer sus vinos ó chichas, con los otros ministerios á mujeres (Cobo, Historia del Nuevo Mundo, Libro XII, Capitulo XXXIV). Tenian a sus manos la dirección del acllahuasi, junto con la ayuda de la vigilancia de la Coya.
-       Acllaconas del inca: podían ser corrompidas por el mismo inca, por lo que debieron ser acllas que pudieron ser esposas secundarias del inca. De 30 años. Tejían y  hacían chicha para el inca.
Santa Cruz Pachacuti (Relación de antigüedades deste reyno del Perú) también da una clasificación, pero poco detallada:
-      Yuracaclla: Para el servicio de Viracochanpachayachachi (Viracocha), “El Hacedor”.
-       Vayruaclla: Doncellas y criadas.
-       Pacoaclla: Fueron mujeres para los apucuracas.
-       Yanaaclla: Fueron mujeres para indios comunes.
Murúa (Historia General del Perú) menciona la existencia de acllas de primera casa, segunda casa, tercera casa, cuarta casa, quinta casa y sexta casa. Santillán y Antonio de la Calancha también presentan su clasificación propias (Ver un esquema detallado de las distintas clasificación en Alberti, 1986:175-176).

Conclusión
La institución de las acllacunas tuvieron de entre varias funciones la de mantener el sistema económico redistributivo cuzqueño, a través de las dadivas de prendas y mujeres principalmente. Fueron sacerdotisas de los principales dioses, siendo el acllahuasi más importante el del Cuzco, perteneciente al Dios Sol, además de tener a su disposición en algunos casos el cuidado y ofrenda de las momias incas. También tuvieron la tarea de preparadora de alimentos y bebidas durante las ceremonias y celebraciones.
El acllahuasi funcionó como un centro de producción textil en masas, además de ser un foco de enseñanza de las actividades femeninas (a cargo de las mamaconas), con gran nivel de especialización, gracias a división de trabajo y la practica constante. También funcionó como un almacén de mujeres de donde el inca disponía para la redistribución ya mencionada.
Dicha institución tuvo gran importancia dentro del equilibrio económico incaico, lo que demuestra el gran papel que jugo la mujer dentro del mundo andino. A pesar de que algunos casos los cronistas comparan dicha institución con prenociones romanas, por ejemplo, las crónicas son una gran fuente, y en ayuda con un análisis profundo de fuentes arqueológicas, como las cerámicas, vasos ceremoniales, o recintos del acllahuasi, se podrá conocer cada vez mejor esta institución.
  
Notas
[1] Garcilaso describe el acllahuasi ubicado cerca del templo del Sol en el Cuzco (acllahuasi que tuvo la oportunidad  de conocer), razón por la cual llama a las acllas que trabajaron allí “vírgenes del sol”. Es importante recalcar que también existieron acllahuasis con sacerdotisas a disposición de la Luna, como en el caso del acllahuasi de la isla de Coatí (Titicaca), donde se encontraba el mayor templo dedicado a la Luna en el espacio andino (Espinoza, 2011:218-219). Si Garcilaso hubiera conocido el recinto mencionado, tal vez hubiera llamado a estas mujeres “vírgenes de la luna”. Además, existieron varios acllahuasis, como en Tumibamba, Caxas, Cajamarca, Huánuco, Vilcas, Ayaviri,  Hatuncolla, Tumbes, Pachacámac, Huarco, Lunahuana, China, entre otros, claramente descritos por Alberti (1986). Pero sin duda, el acllahuasi del Cuzco era el mas importante de todos, por ser cercano al templo del Sol y al centro adminsitrativo del Tahuantinsuyo.
[2] Ver Alberti, 1987.
[3] Murra las compara con los yanas, pareciendo ser su equivalente (1987:118). Defiende la idea de que las acllas tejían más ropa ceremonial, sacramental, y para los personajes y ayllus reales, siendo las ropas militares hechas por artesanos hombres (1987:119)
[4] Además de mantener las ofrendas a las huacas, de cuidarlas, de ser sus sacerdotisas, estas mujeres se encargaron del cuidado y ofrenda de las momias incas.
[5] En el caso de la coca, la extracción de esta estaba en manos de los piñas, quienes eran prisioneros de guerra que no aceptaban la dominación inca, llevados a los cocales (Espinoza, 2011:293-295).
[6] Garcilaso (Comentarios Reales de los Incas, Libro VI, Capitulo XX) menciona que “Las mujeres del Sol entendían aquella noche en hacer grandísima cantidad de una masa de maíz que llaman zancu, hacían panecillos redondos del tamaño de una manzana común […]”.
[7] El cuzqueño Cristóbal del Molina (Relación de las fabulas y ritos de los incas, Capitulo IV) resalta esta función al describir la fiesta “intip raymi”: “[esta fiesta], que quiere decir fiestas del Sol […] [la] hacían […] solo los incas, y daban de beber a los que hacian las fiestas las mamaconas, mujeres del Sol, y no entraban sus mujeres propias a do estas estaban, sino quedandose fuera en un patio”.
[8] El agha (cerveza de maíz) era el elemento mas importante en las fiestas y se bebía usando queros o aquillas. La bebida tenía una importancia simbólica muy grande, siendo representante de la reciprocidad entre los individuos. La fiesta existía solo a través del brindis (Cummis, 2004:69-70). Al respecto Cobo (Historia del Nuevo Mundo, Libro XI, Capítulo VI) menciona “y son tan perdidos por ellas los indios que tienen puesta toda su felicidad en beber, sin tener por afrenta el emborracharse. Suéleseles pasar los días y las noches bebiendo y bailando al son de sus roncos atombores y cantos, tristes á nuestro odio aunque alegres al suyo”.
[9] Para ver como se han tratado de las diferentes funciones por los diferentes etnohistoriadores contemporáneos, ver Rostworowski (1988:11; 2004:140), Espinoza (2011:212-220; 2010:351-360), Murra (1987:118-119), Hernán (1998:101; 2005: Capí II; 2012:227-230), entre otros.
[10] Ver por ejemplo la clasificación por grupos de edad que hace Guamán Poma en su Nueva Corónica y Buen Gobierno.
[11] Guamán Poma (Nueva Corónica y Buen Gobierno, Pag: 162) menciona que desde “la octava visita (grupo de edad de 5 a 9  años) [de las mujeres] que le llaman pucllacoc uarmi uamra, que quiere decir muchachas que andan juagando […], comienzan a trabajar, hilar seda delicada […] ayudaban a hacer chicha […]”. Se procuraba que “sepan desde chicas a hilar”. Estas señoritas servían “a la Colla o ñusta”, […] a las vírgenes o mamaconas, […] a sus madres y padres”.
[12] Pampayruna o mitahuarmi son palabras que significan “mujer publica” y “mujer de turno” respectivamente, y no es la clásica mujer que se prostituye por necesidad, sino que era una actividad permitida, reglamentada, controlada y reglamentada por el Estado con la finalidad de que los solteros no trastornaran el orden social estuprando a muchachas o deseando esposas ajenas (Espinoza, 2011:295-296).
[13] Espinoza, 2011:217.
[14] Para Espinosa (2011:217) es imposible tipificarlas de esclavas, por lo que gozaban de bastantes comodidades, e incluso allí permanecían encerradas allí ñustas y pallas.
[15] Los cuales no podían ver a las acllas ni mamaconas.
[16] Al Hablar de Lloqque Yupanqui, Santa Cruz Pachacutic (Relación de antigüedades deste reyno del Perú)  menciona que este abia mandado hazer cassas para las acllas”. 


BIBLIOGRAFÍA

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1 comentario:

  1. Dicha institución tuvo gran importancia dentro del equilibrio económico incaico, lo que demuestra el gran papel que jugo la mujer dentro del mundo andino. A pesar de que algunos casos los cronistas comparan dicha institución con prenociones romanas, por ejemplo, las crónicas son una gran fuente, y en ayuda con un análisis profundo de fuentes ideandando.es/nu-skin-opiniones/

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