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31 ene 2016

La conquista espiritual de América durante los primeros años de la presencia española (siglo XVI)

Jair Adolfo Miranda Tamayo


















Resumen
La evangelización fue un proceso que, conducido por la Iglesia española, permitió la conversión masiva de los indígenas americanos al cristianismo. Dicho proceso dio característica a lo que se conoce como la conquista espiritual de América, cuyas consecuencias persisten hasta la actualidad. El presente trabajo expone los principales factores que permitieron el desarrollo de la evangelización en América durante los primeros años de la presencia española.
Palabras claves
Evangelización, conquista espiritual, América española, Iglesia, naturales.

1.      Introducción
La evangelización fue un proceso que, conducido por la Iglesia española, permitió la conversión masiva de los indígenas americanos al cristianismo (Malamud, 2012, pág. 103). Puede ser entendida también como los distintos esfuerzos llevados a cabo en Iberoamérica, entre los siglos XVI y XVIII, tanto en el ámbito regional como específicos locales, por parte de la Iglesia diocesana o regular, el Estado o individuos determinados, para arraigar poco a poco el catolicismo (Armas, 2009, pág. 9). Dicho proceso dio característica a lo que se conoce como la conquista espiritual de América.
La conquista espiritual dio paso a un proceso de aculturación y occidentalización del aborigen, además de sincretismo en varios aspectos de la vida. Pero esa no fue la única consecuencia. La expansión de la fe a través de la evangelización justificó el sometimiento y la explotación de los indígenas, lo cual queda explícitamente concretizado con las distintas bulas y leyes que se fueron dando durante el siglo XVI, sin dejar de lado el debate entre Las Casas y Sepúlveda en Valladolid entre 1550 y 1551.
Como menciona Macello Carmagnani (2004, pág. 24), el bagaje cultural de los invasores ibéricos, cuyo fundamento de acción y política y social es la religión, desempeña un papel no secundario en la interacción entre conquistadores y conquistados, por lo que analizarlo en el presente trabajo es de suma importancia para entender cómo se gesta la conquista espiritual. Tampoco podríamos comprender el proceso si dejásemos de lado aspectos legales, como son las bulas o leyes, las cuales son resultado a su vez del desarrollo de los acontecimientos en el Nuevo Mundo.
2.      España y la República cristiana
El persistente enfrentamiento de los reinos cristianos españoles con los musulmanes durante el proceso de reconquista se puede datar desde el siglo VIII hasta 1492, año de la conquista del reino de Granada, último reducto musulmán. Siglos de enfrentamiento trajo como consecuencia que los hábitos adquiridos durante la Alta Edad Media fueran profundamente asimilados y constituyeran el bagaje espiritual con que España hizo su irrupción en la escena europea moderna desde el siglo XV. Es así que vemos a una España imbuida en la idea de la misión divina de liberar al territorio español de los infieles, con un sentimiento de cruzada que expulsa a los judíos (1492) y convierte forzosamente a los recién conquistados moros granadinos (1499).
El etnocentrismo español era más profundamente reconocible, ya que tenían la experiencia, antigua y reciente,  en el trato con grupos radicalmente diferentes desde el punto de vista racial, lingüístico y religioso (Lockhart, 1992, págs. 17-18), lo cual atenúa las relaciones de alteridad o cultura del otro entre Viejo Mundo y Nuevo Mundo, perfectamente explicado en los ensayos de Tzvetan Todorov (1998).
De esta forma, el clima de cruzada heredado de la reconquista peninsular y la fuerte cultura del otro tuvo un evidente impacto tanto sobre los conquistadores como sobre los conquistados y a lo largo y ancho del continente “la cruz y la espada caminaron de la mano” (Malamud, 2012, pág. 103): existe un ideal paternalista de evangelizar a los infieles del Nuevo Mundo, una tarea asignada por Dios a España. En palabras de Carmagnani (2004, pág. 24), se puede sintetizar lo mencionado en la idea de una República Cristiana.
3.      Las Bulas Alejandrinas: el título de propiedad
Para la mayoría de los españoles, el título de propiedad del Nuevo Mundo era el donativo papal de 1493 conocido como Bulas Alejandrinas, cuando Alejandro VI, precisamente un español, cedió a los Reyes Católicos el dominio de las islas y tierras de la mar océano, encargándoseles la conversión de sus habitantes. “De este modo el Papa confiaba, delegaba en los reyes de España una función fundamental de la Iglesia, una función propiamente eclesiástica: la de «ir a enseñar y bautizar a todos los pueblos»” (Dumond, 2009, pág. 35). España era considerada como apta para dicha misión, aspecto fortalecido por la conquista de Granada, el cual era un testimonio de los eminentes servicios de los soberanos españoles a la Iglesia cristiana (Brading, 1991, pág. 98). Esta consideración es explicita en las Bulas Alejandrinas. Por ejemplo, en la bula Eximiae Devotionis del 3 de mayo de 1493, una de las cuatro bulas alejandrinas, menciona lo siguiente en sus líneas según la traducción de Alfonso García (1985, pág. 808):
La sinceridad de la eximia devoción y la íntegra fe con que a Nos y a la Iglesia romana nos reverenciáis, dignamente merecen que os concedamos favorablemente aquello con lo que vuestro santo y laudable propósito y la obra iniciada de buscar tierras e islas lejanas y desconocidas de las Indias, mejor y más fácilmente, para honra de Dios omnipotente, propagación del imperio cristiano y exaltación de la Fe católica, podáis proseguir.
Como hoy, todas y cada una de las tierras firmes e islas lejanas y desconocidas hacia las partes occidentales y existentes en el Mar Océano, por vosotros o vuestros enviados para ello […] descubiertas y que se descubran en adelante, que bajo el actual dominio temporal de otros señores cristianos no estuviesen constituidas, con todos los dominios, ciudades, fortalezas, lugares, villas, derechos y jurisdicciones de ellas; en todo a vosotros y vuestros herederos y sucesores los Reyes de Castilla y León, a perpetuidad, por propia decisión y a ciencia cierta y con la plenitud de la potestad apostólica, donamos, concedimos y asignamos, tal como en nuestras Letras sobre ello redactadas se contiene más plenamente […].
Es con las Bulas Alejandrinas que se justifican judicial y teológicamente el poder, jerarquía y estatus sobre el Nuevo Mundo por parte de España, usando la tarea civilizatoria y evangelizadora como una excusa para iniciar el proceso de conquista del Nuevo Mundo. Estas Bulas son muestra de cultura paternalista de la época, además de la búsqueda de la lealtad española hacia la Iglesia a través del don.
4.      Comienzan las denuncias: el abuso del poder
Como reconoce Carlos Malamud (2012, pág. 104), la labor de la Iglesia, desde un punto de vista teórico, no se limitaba a la expansión del cristianismo mediante la conversión de los nativos paganos y al combate con las idolatrías, tarea encomendada a las órdenes religiosas desde la Bula Omnimoda de 1522, sino que también se centraba en la tutela de las comunidades cristianas integradas por conquistadores y sus descendientes, los mestizos y los demás europeos instalados en América, tarea que le correspondía básicamente al clero regular.
Durante las primeras décadas desde 1492, la Iglesia como institución estaba representada por los religiosos que acompañaron a los conquistadores, quienes se tomaron la tarea de ensañar el cristianismo, totalmente nuevo para los indígenas. Los casos de evangelización desinteresada eran pocos, ya que la mayoría de clérigos, religiosos y sobre todo conquistadores llegaron a estas tierras en busca de riqueza, títulos o privilegios, independientemente de los medios utilizados para ello. De esta manera, tanto conquistadores como religiosos se aprovecharon de los poderes conferidos por la Corona y el papado en detrimento del indio. Esto, combinado con la mencionada cultura del otro y sentimiento de cruzada, marcó que dentro de la psicología de muchos españoles el indio no cristiano sea un ser inferior, despreciable y un simple medio más para sus fines económicos y políticos.
En palabras de Iosif Grigulevich (1980, pág. 268), los conquistadores, los primeros colonos, los sacerdotes y monjes pensaron en una sola cosa: enriquecerse lo más pronto posible y gozar de la vida. Todo ello fue un factor importante para entender la instauración de instituciones extractivas, usando la categoría propuesta por Daron Acemoglu y James Robinson[1], a lo largo de los dominios españoles en América, lo cual tiene consecuencias hasta la actualidad.
Desde comienzos de la conquista, se planteó un doble problema vinculado a la naturaleza de los indígenas, aspecto que llega a su máximo auge con el debate de Valladolid entre 1550 y 1551. Por un lado, se debía establecer si los indios eran súbditos de la Corona española, en cuyo caso no podían ser esclavizados. Por otro lado, había que definir la índole de la relación de los conquistados con los naturales. La discusión inicial se centró en torno a si los indios eran bárbaros o infieles a quienes podía esclavizarse, o si eran paganos que debían ser evangelizados. El resultado para la reina Isabel fue que “eran libres y no sujetos a servidumbre” (Malamud, 2012, pág. 107), por lo que debía España guiarlos dentro del proceso de evangelización.
El clero regular tuvo un papel muy importante en la defensa de los indios ante las mencionadas irregularidades y abusos, especialmente los dominicos, como prueban los ejemplos de Bartolomé de Las Casas y Fray Antonio de Montesinos. También fueron muy activos en el aprendizaje de las lenguas indígenas, lo que permitió el conocimiento y salvaguarda de muchas de ellas (Malamud, 2012, pág. 104). Por ejemplo, durante su tarea evangelizadora, fray Antonio de Montesinos dio dos sermones en Santo Domingo, 21 y 28 de diciembre de 1511, donde negaba el derecho de los colonos a someter a los nativos a servidumbre, ya que estos vivían en paz hasta que llegaron los conquistadores españoles. Bartolomé de Las Casas (1986, págs. 13-14), quien fue un espectador del momento, se refiere al primer sermón se la siguiente manera:
Llegado el domingo y la hora de predicar, subió en el púlpito el susodicho padre fray Antón Montesinos, y tomó por tema y fundamento de su sermón […]. Hecha su introducción y dicho algo de lo que retocaba la materia del tiempo del Adviento, comenzó a encarecer la esterilidad del desierto de las conciencias de los españoles desta isla y la ceguedad en que vivían; con cuánto peligro andaban de su condenación, no advirtiendo los pecados gravísimos en que con tanta insensibilidad estaban continuamente zambullidos y en ellos morirían. Luego torna sobre su tema, diciendo así: « […] todos estáis en pecado mortal en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas initas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir otro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan a su Dios y criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?» «¿Estos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado que estáis no podéis más salvar que los moros o turcos que carece y que no quieren la fe de Jesucristo.»”.
Dichos sermones incentivaron la creación de las Leyes de Burgos de enero de 1513, convocada por Fernando I, que planteaba  una serie de consignas: la encomienda ya no será ya sino un señorío fiscal de protección y evangelización, con un sistema de tributos del indio hacia el rey; los indios de encomiendas debían estar cerca de ciudades o pueblos españoles, con el fin de favorecer la comunicación, enseñarles el progreso y evangelizarlos; proporcionales a los indios alimentación, vestimenta y casa necesaria para que realicen su trabajo correctamente; no castigarlos durante el trabajo, ni explotarlos excesivamente; dos inspectores por pueblo debían encargarse de que esta legislación se respetara de forma efectiva; entre otros principios (Dumond, 2009, págs. 55-57). Esta bula fue uno de los primeros intentos para reformar el sistema de encomiendas y evangelización, aunque su puesta en práctica no fue total ni inmediata.
La evangelización del nativo indiano fue reformada de nuevo con la Bula Omnimoda de 1522, más rigurosa, firmada por el papa Adriano VI. Esta bula permitió a las órdenes mendicantes asumir labores pastorales, antes destinadas al clero secular de las parroquias. También otorgaba al Rey de España ciertos derechos en cuanto a la selección y examen de los sacerdotes elegidos para las misiones.
En los momentos iniciales de la conquista y colonización, las órdenes religiosas cumplieron un papel central en el adoctrinamiento de los indígenas, al estar más predispuestas a relacionarse con los indios que el clero secular. Pero es gracias a bula Omnimoda con la cual las órdenes religiosas mendicantes lograron consolidarse en América. Según Malamud (2012, págs. 107-108), a finales del siglo XVI ya habían llegado a las Indias entre 5000 y 5500 monjes, entre ellos 300 mercedarios, 2200 franciscanos, 1670 dominicos, 470 agustinos y 350 jesuitas. Siguiendo al autor, esta superpoblación de frailes, con los consiguientes conflictos entre las órdenes, cada cual con su particular método de adoctrinamiento y lealtades, hizo necesario ordenar territorialmente la conquista espiritual, estableciéndose desde 1563 que todos los nuevos monasterios que se construyeran en una provincia debían depender de una misma orden.
5.      Las primeras órdenes religiosas en el Nuevo Mundo
La orden mercedaria inició su actividad misional desde muy temprano, fundando el 15 de julio de 1514 su primer convento en La Española, siendo una de los primeros conventos en dicho lugar. Los mercedarios habían sido clérigos del ejército castellano durante la reconquista española, por lo que el clima de cruzada influenció poderosamente en su ideal paternalista de evangelizar, razón por la cual no dudaron en formar parte del equipo de conquista de Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Diego de Almagro, entre otros. Su labor evangelizadora se centró en Guatemala, Perú, Tucumán, Bolivia y Chile. Como reconoce Malamud (2012, pág. 108), a pesar de tener posiciones privilegiadas, la orden de la merced no terminó siendo la más importante durante la conquista espiritual, sumando además su discreta labor.
Los franciscanos fueron de los primeros en evangelizar el Nuevo Mundo, llegando a ser también la más numerosa de América. En 1789 tenían en América y Filipinas 241 conventos, 163 reducciones misioneras y 139 curatos y vicariatos de indios, con casi 4200 religiosos, compuestos por las distintas ramas franciscanas (Malamud, 2012, págs. 109-110) —conventuales, observantes, capuchinos, clarisas, etc., ramas generadas por las divisiones internas en la Orden original y por los diversos modos de interpretar, de vivir y de observar la Regla de San Francisco de Asís. Su trabajo evangelizador en Perú y México fue notable, siendo más resaltante su labor en el último.
Los dominicos fueron la segunda orden mendicante en pasar al Nuevo Mundo, siendo una de las órdenes mendicantes más influyentes de la época. Como reconoce Malamud (2012, pág. 110), el 30% de los obispos nombrados en américa hasta la segunda década del siglo XVI habían sido dominicos. Participaron de forma casi exclusiva en la conquista de Nueva Granada y tuvieron una gran labor misionera en el Perú y Quito.
Los agustinos llegaron a América tras los franciscanos y los dominicos. Su labor estuvo marcada por la por la construcción de templos esplendorosos que expresaron el mestizaje y sincretismo entre la cultura europea y la indígena. Realizaron sus labores principalmente en México, Filipinas, y Chile.
Las controversias entre estas tres últimas órdenes en todos los ámbitos llegaron a ser endémicas (Lockhart, 1992, pág. 21), debatiéndose quién quien tiene mejor método de evangelización o más allegados. Serge Gruzinski (2010, pág. 237) describe las relaciones existentes entre dichas órdenes de la siguiente manera:
Dominicos, franciscanos y agustinos se encuentran la mayor parte del tiempo en competencia y, desdela segunda mitad del siglo XVI, deben confrontar en todas partes del mundo a una Compañía de Jesús tan tenaz como desbordante de energía, y tan romana y reacia al patrocinio de la realeza. […] En su Etiopía Oriental, el dominico Joao do Santos hace valer las empresas africanas de su orden frente a los rivales ignacianos. La Conquista espiritual do Oriente del franciscano Paulo da Tridade va explícitamente dirigida contra las aserciones del jesuita Maffei […]”.
La Compañía de Jesús fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1534, por lo que es entendible su tardía presencia en América. Pero no fue el único factor. Tanto la Corona española como el Vaticano se negaron —en 1538, 1555 y 1558— a que los jesuitas fuesen a evangelizar a las colonias españolas. En 1566, bajo el reinado de Felipe II —cuya actitud frente a los jesuitas era otra—, el Consejo de India autorizó a los jesuitas para laborar en América del Sur, extendiéndose el permiso hasta México en 1571. De esta forma, su labor misionera comprendió a Lima, Ecuador, Colombia, Chile, Tucumán, Paraguay, México, etc. Su labor no se concentró específicamente en la evangelización de los indígenas, ya que consideraban que la educación tanto de indios como de criollos era un elemento importante de su cometido.
6.      Conclusiones
El clima de cruzada heredado de la reconquista peninsular y la fuerte cultura del otro tuvo un evidente impacto en los conquistadores: existe un ideal paternalista de evangelizar a los infieles del Nuevo Mundo, una tarea asignada por Dios a España.
Las Bulas Alejandrinas de 1493 fueron el “título de propiedad” español sobre el Nuevo Mundo. Son muestra de la cultura paternalista y la cultura del don imperantes en la península ibérica, justificándose judicial y teológicamente el poder, jerarquía y estatus sobre el Nuevo Mundo por parte de España, usando la tarea civilizatoria y evangelizadora. Es decir, se justifica la conquista espiritual.
Desde un inicio, las relaciones entre español —conquistador y evangelizador— e indígena se tornaron de abusos, maltratos, explotación, etc. La presión de varios intelectuales y las denuncias cada vez más numerosas, generaron políticas como la Ley de Burgos (1513), la Bula Omnimodade (1522) y las Nuevas Leyes (1542), buscando reorganizar el sistema de relaciones, incluyendo la evangelización.
La Bula Omnimoda (1522) permitió a las órdenes mendicantes asumir labores pastorales y de evangelización, antes destinadas al clero secular de las parroquias. De esta forma, el tránsito de órdenes religiosas fue avalado por la misma Corona. A finales del siglo XVI ya habían llegado a las Indias entre 5000 y 5500 monjes, entre ellos 300 mercedarios, 2200 franciscanos, 1670 dominicos, 470 agustinos y 350 jesuitas.

Biografiaría citada
ACEMOGLU, Daron & ROBINSON, James (2012). Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Colombia: Editorial Planeta.
ARMAS, Fernando (2009). “Espacios y formas: los procesos de evangelización e Iberoamérica”. En Fernando ARMAS (Ed.) La invención del catolicismo en América. Los procesos de evangelización, siglos XVI-XVIII. Lima: Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales.
BRADING, David (1991). Orbe indiano. De la monarquía católica a la república criolla (1492-1867). México: Fondo de Cultura Económica.
CARMAGNANI, Marcello (2004). El otro occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globalización. México: Fondo de Cultura Económica.
DUMOND, Jean (2009). El amanecer de los derechos del hombre: La Controversia de Valladolid. Madrid: Ediciones Encuentro.
GARCIA, Alfonso (1985). "Las bulas de Alejandro VI y el ordenamiento jurídico de la expansión portuguesa y castellana en África e Indias". En Anuario de Historia del Derecho español, España, pp. 461-829.
GRIGULEVICH, Iosif (1980). Historia de la Inquisición. México: Editorial Cartago.
GRUZINSKI, Serge (2010). Las cuatro partes del mundo. Historia de una mundialización. México: Fondo de Cultura Económica.
IGNACIO, José (Ed.) (1997). Imágenes de la Diversidad. El mundo urbano en la Corona de Castilla (s. XVI-XVIII). Santander: Universidad de Cantabria.
LAS CASAS, Bartolomé de (1986). Historia de las Indias. Tomo III. Caracas: Editorial Biblioteca Ayacucho.
LOCKHART, James (1992). América Latina en la Edad moderna. Una historia de América española y el Brasil coloniales. Madrid: Akal.
MALAMUD, Carlos (2010). Historia de América. Madrid: Alianza Editorial.
TODOROV, Tzvetan (1998). La conquista de América, el problema del otro. México: Siglo XXI Editores.

Notas:


[1] Las instituciones económicas extractivas están estructuradas para extraer recursos de la mayoría para un grupo reducido. Dichas instituciones no protegen los derechos de propiedad ni proporcionan incentivos para la actividad económica. Las instituciones políticas extractivas concentran el poder en manos de unos pocos, siendo esto un incentivo para mantener y desarrollar instituciones económicas extractivas en beneficio propio y utilizar los recursos que obtengan para consolidar su poder político. Tienden a la permanencia. (Acemoglu & Robinson, 2012, pág. 501)

2 comentarios:

  1. Las instituciones económicas extractivas están estructuradas para extraer recursos de la mayoría para un grupo reducido. Dichas instituciones no protegen los derechos de propiedad ni proporcionan incentivos para la actividad económica. Las instituciones políticas extractivas concentran el poder en manos de unos pocos, siendo esto un incentivo para mantener y desarrollar https://ideandando.es/que-fue-la-caida-de-constantinopla/

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